guerrilla invisible parte 3

Las mujeres y creo que cualquier ser humano sano huye del miedo y del dolor. Las mujeres quieren (queremos) no tener miedo de ser asesinadas. Sucede que ignorando o sólo pidiendo no nos maten a los asesinos mismos, no se evitan más tristes episodios. Más de lo mismo.

Algún sacrificio hay que hacerle a la diosa de la discordia, de la seducción, del placer, de la libertad.
Alguna ofrenda que nos proteja hasta que a la violencia no la veamos siempre afuera. Hasta que nos sepamos encontrar con nuestras fieras de adentro.
Perséfones por doquier. Muchos Hades y pocos Hermes.
Yo no creo que esto se termine. Debe transformarse. Es un parto doloroso. Transformar la sexualidad de toda una sociedad es transformar sus modos de producción y económicos.
Transformar al patriarcado es cambiar la forma de trabajar, de ganar dinero, de estudiar, de soñar.
La transformación de estas grietas que succionan jovenes ninfas hacia el horror o vomitan cadáveres tiene que ver creo yo con un cambio de perspectiva total. Donde tal vez en vez de enfrentar y querer guerrear cual Atenea o diosa no vulnerable, haya que dar la espalda.
La espalda a toda una forma de concebir nuestra sexualidad. Y de frente a aceptar nuestro crudo presente. Si nos matan por nuestros cuerpos debemos protegerlos en vez de llevarlos al combate. Es hora de inventar estrategias eficaces, femeninas, arquetípicas, invisibles pero muy sólidas, estrategias secretas, en código.